miércoles, 18 de marzo de 2009

Un juego de niños

Fandom: Harry Potter

Sumario: Una tarde de junio de 1986, Draco, Pansy y Greg se entretienen con su juego favorito.



Una tarde en la mansión familiar de los Malfoy, el pequeño Draco, que había cumplido los seis años unas semanas atrás, entró de golpe en su propio dormitorio enarbolando su varita de juguete y lanzó una carcajada malvada.

-Muahahahaha ¡Soy lord Quien-ya-sabéis!

En la habitación había dos niños más, Gregory Goyle y Pansy Parkinson. Estaban sentados a la mesa donde Draco solía tomar el té. Cuando lo vieron entrar, la niña dio un grito asustado y Gregory se puso de pie.

-¡ Salva al niño, Lily!

Pansy salió corriendo mientras Gregory, que también había sacado su varita, iba hacia Draco. El supuesto lord Voldemort puso su expresión más feroz y le señaló con su varita.

-¡Avada Kedavra!

Por si no quedaba claro, añadió un ruido sibilante seguido de una explosión para indicar que la maldición había dado en el blanco. Gregory se llevó las manos al pecho, emitió un graznido ahogado y se tiró al suelo. Draco volvió a soltar una carcajada malvada y se dirigió hacia el rincón de la habitación donde había corrido Pansy. Detrás de ella, en el alfeizar de la ventana, había un osito de peluche. Cuando Draco fingió entrar en lo que se suponía que era otro dormitorio, ella puso los brazos en cruz y se interpuso entre él y el osito.

-¡No¡ Harry, no!

-¡Aparta, sangresucia!

-¡No, por favor¡Harry, no!

Draco le apuntó con la varita.

-¡Avada Kedavra!

Pansy se murió con muchísimo más estilo que Greg. Los dos cadáveres, sin embargo, se movieron un poco para tener una buena vista del acto final. Draco se acercó a su osito de peluche.

-Ha llegado tu hora, Harry Potter. ¡Avada Kedavra!

Esta vez, el ruido que emitió fue diferente y Draco fingió que el rayo mortal rebotaba en la frente del peluche y luego iba hacia él. Fue, sin duda, la mejor muerte de los tres y aunque su padre le había explicado ya que esa maldición mataba de forma instantánea, no se privó de agonizar un rato. Al fin y al cabo, era SU casa y SU juego.

Voldemort había desaparecido y los tres niños, que ahora representaban a toda la comunidad mágica, corrieron por la habitación dando gritos de alegría y llevando al osito en alzas.

Lucius Malfoy entró en la habitación y los tres niños frenaron en seco.

-¿A qué estáis jugando?-preguntó, con curiosidad.

Pansy y Greg se colocaron detrás de Draco. Incluso cuando estaba de buen humor, Lucius les resultaba intimidante. Draco, sin embargo, habló sin miedo.

-A Harry Potter contra Quien-tú-sabes, padre.

Lucius alzó una ceja.

-¿De veras?

-Estamos celebrando que ha matado a Quien-tú-sabes.-Miró a Lucius con veneración e inocencia-. Y ya nadie podrá obligarte a hacer cosas malas bajo la Imperius, padre.

Por una fracción de segundo, los ojos grises de Lucius brillaron con dureza, pero esa mirada duró poco y fue sustituida con una mueca irónica y condescendiente. Al fin y al cabo, Draco sólo tenía seis años recién cumplidos. No podían contarle la verdad todavía.

Así que sólo le revolvió afectuosamente el pelo.

-Seguid jugando.

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