domingo, 29 de marzo de 2009

Amor disimulado

Le viste por primera vez hoy. Has visto su gracia poco varonil rodeándote. Has visto a tu prometido, desde que tienes memoria siempre ha sido así. Él te lleva un par de años adelante, dos o tres tal vez. Su cabellera se parece a la tuya: larga y rubia. Ambos se parecen más de lo que el razonamiento humano pudiese llegar a pensar.

Él te mira desde lejos y sientes un extraño calor en tus mejillas de adolescente. Se gira y su cabellera queda nadando en el aire; tú te giras y sucede lo mismo ¿Qué será todo aquello? Te sonrojas por primera vez en tu vida y decides que aquello es bueno, después de todo, aquel muchacho va a ser tu esposo en un par de meses más.

Es bueno sentirle cerca, cortejándote aun cuando no sea necesario ya que desde un principio tú le perteneces. Es bueno que él esté allí, intentando parecer agradable para ti. Es bueno, pero sabes que todo se quedará en las miradas, tal y cual ha sucedido siempre en tu familia.

Le miras a lo lejos y él se acerca a ti, como si aquel fuese el único llamado que lograse escuchar. Tocas su mejilla delgada: es suave y tersa. Él pone su mano en tu cuello y acerca su boca fina hacia tu propia boca. Intentas no sonreír ni parecer una chiquilla enamorada, pero él está allí, besándote.

Te agrada aquel calor secreto que se posa en tu estomago y, por la mirada de Lucius, puedes estar segura de que él también siente aquel calor llenándole por completo.

Sabes que siempre va a ser un secreto guardado como tumba, en el lugar más oscuro y húmedo de tu cuerpo. Sabes que no puedes mostrar tus sentimientos, jamás. Es por eso que las sonrisas siempre son secretas.

Separan sus bocas intentando no sonreír, porque aquello es para los débiles. Lucius te observa desde cerca y observa alrededor: no hay nadie más que ustedes dos. Él esboza una corta sonrisa y te besa la mejilla.

Recuerdas aquella sonrisa secreta, temerosa y la guardas como un secreto. No deseas revelar aquellas cosas al resto ya que pensarán que eres débil.

La debilidad es para los sangre sucias, no para ti.

La debilidad es para todos, menos para ti y tu familia.

Fría, como siempre, aparentas que no sientes nada para ser alguien respetable y fuerte. Así es como te gusta ser y así es como serás hasta que sientas que pierdes ese algo secreto, aun siendo un secreto.

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