lunes, 16 de marzo de 2009

Gris

Fandom: Harry Potter

Sumario: Remus Lupin despide a quien lo fue todo en su vida… [Oneshot]



Humedad. En la tierra blanda que se funde al caminar. En el aire que se respira, fresco y sin embargo, viejo, cargado de aromas de lo olvidado y recuerdos borrados de un ayer muy lejano. Humedad sobre su figura. Líquida esencia perfilando cada arruga, cada rincón del rostro, cada cicatriz maldita. Humedad en sus ojos, cansados, absortos, evidencias de la lluvia y quizás algo más. Humedad en su alma, llantos ahogados de un espíritu sangrante, silencioso, muerto.

Muerto… Como su juventud, su esperanza, sus sueños. Cuán lejanos quedan ya los días de sol, de sonrisas sinceras, cabellos negros de ébano y blancos amaneceres en compañía. Quizás, sólo quizás, permanezcan inalterables en su memoria, torturándole con su abstracta presencia, recordándole lo que una vez fue y jamás volverá. El castigo de abrir los ojos un día y otro y otro, se vuelve demasiado pesado, absurdo y cruel… Muerto. Ojalá. Muerto como él.

Arrastrando su cansado caminar ha llegado una vez más. Las efímeras gotas de lluvia siguen rociando la tierra, avivándola, invitándola a florecer con la primavera y desprender fragancias que anuncien la llegada de la nueva estación. Verde, rojo, blanco, lila… Las flores despliegan todo su esplendor, cautivando miradas e iluminando espíritus.

A cada paso, las esencias lo envuelven, penetran en él, como buscando despertar algo que dormita en su interior. En vano. Porque su corazón no duerme. Se ha helado. Y no hay ya aroma ni color sobre el mundo capaz de devolverle el latido, la calidez, la vida. Ninguno… excepto el gris. Ese gris cuya ausencia habla de sueños rotos, deseos quebrados, una realidad a la que enfrentarse, duele más que la luna o la plata. Ese gris por el que enfrentaría mil suplicios, la soledad y la muerte. Ese gris que le ha abandonado para siempre.

El gris luminoso, pícaro, que, bajo mechones de cabello rebelde, presagia una gran travesura y ríe iluminado por su propio esplendor. El gris oscuro, peligroso, anuncio de una tormenta inminente, reflejo de una simiente maldita de la que no puede huir. El gris plateado y turbio, la antesala del deseo, la lujuria, el sexo; ese gris que murmura palabras incitantes en la oscuridad de la medianoche, a solas y sin nada que perder. El gris vacío, doloroso, ese que habla de locura, pesadillas y angustia…

No hay grises así en aquel lugar. Todos se han extinguido con él.

La mañana avanza despacio y el cielo, cansado de bañar la tierra, se ha despejado poco a poco, dando paso a tímidos rayos de sol. El horizonte refleja matices arco iris, los pájaros vuelven a cantar, la agitada vida de Londres comienza a bullir como otro día cualquiera, ajena al tiempo y el dolor.

Pero la humedad sigue ahí, temblando tras irises ambarinos, recorriendo las mismas cicatrices una y otra vez, silenciosa e imparable. Porque aún existe un gris… Elegante y majestuoso, un gris desolador como el frío destino. En su pétrea superficie, tallado un nombre para toda la eternidad.

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