lunes, 23 de marzo de 2009

Manzana

Sumario: Bellatrix la tomó entre sus manos y dejó los recuerdos volar. Redonda, llena de significados desde siempre. El símbolo del primer pecado, la maldición de los suyos.

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Lilith. Adán y Eva. Pedazo de gloria resumido en tres mordidas, rojo alimento, sangre y pecado. Manzana, arcaica manzana.

Bellatrix la tomó entre sus manos y sintió un escalofrío. Fruta prohibida, suaves curvas, aroma que te pierde en la locura. Justo como ella.

Recordó aquella fría noche de la marca, momento que se entregó al mal voraz, a la lucha por poder y a la sed insaciable de matanza. Fue su iniciación, cuando comenzó lo inacabable. Luego vinieron las mil lunas con plaga solitaria. Señor Oscuro. Ceguera.

Su primo desdeñó el caos como único remedio; ella lo desdeñó a él. Suspiros. Ahora se preguntaba si no habría seguido una mala carnada. Caricias infernales, estrella fugaz. Intento de tener lo inalcanzable y una lágrima de cristal. Sirius. Siempre deseado.

Siguió el corazón que latió al ritmo de la música impuesta. Se unió a otra alma sigilosa en el silencio de su pacto... Lazo matrimonial por mera conveniencia. Escarcha en la almohada. Rodolphus. Su eterna soledad acompañada.

Cerró el recuerdo; lo tuvo en sus manos y lo dejó ir. Última mirada del exhalante moribundo. Órdenes de muerte, tortuosa pesadilla que la perseguiría eternamente. La mancha borrascosa. Regulus. Otro de sus aniquilados.

Aquí le dolió. Carne de su propia carne. La libertadora de débiles pálpitos, la negada por generaciones, la hermana que jamás quiso tener. Cabello castaño, ojos soñadores, anillo en la mano. Traición de la única sangre. Andrómeda. Enterrada.

Canciones de cuna, opulenta joyería. Vida perfecta, sociedad, pálidas mejillas. Siempre la más encantada, la pequeña de cabellos dorados y muñecas arregladas. Débil, pensó, débil y culpable. Bienestar asegurado, nada de importancia. Narcissa. La madre.

Apretó los párpados con el recuerdo de cada uno de ellos. Todos dejaron huella en la mujer marchita, mujer maldita, mujer jamás amada.

Tomó el cuchillo y partió la dulce fruta envenenada. No se sorprendió, ella siempre lo supo. Estaban podridas por dentro, las dos, ella y la manzana. 

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