Fandom: Naruto
Sumario: Quizá somos el pecado cuando nos miramos y no podemos controlarnos. Somos el pecado cuando decimos odiarnos, porque mentimos osando ocultar que para desgracia y degradación de la carne, nos deseamos…
—
¿Qué somos? Llegaste, y me preguntaste.
Aquí me tienes escribiendo una carta, ensayo o poema. Quizá no sea la mejor escritora de comedias horrendas, ni de tragedias bellas, pero escribo y suelo ser yo en pensamiento, tal vez no me trabo cuando conjugo las palabras y las hago verse más libres que lo que una paloma blanca en su más alto vuelo, pero sigo siendo en cada una de sus letras, pues es su tinta está el color de mi cabello y en su trémulo trazo, mi tartamudeo.
Hoy llegaste igual que siempre, con tus ojos tan blancos como los lirios, pero más perdidos en el infinito que cuando yo seguía la sombra de aquél a quién otorgue el sinónimo del amor mío. Es cierto que yo te saboreaba lejano e inalcanzable, pero ¿Quién puede estar junto a otro abrazándole desde el pecho hasta la espalda, y al mismo glorioso tiempo, atraparle la invisible alma? Seguro que eso era privilegio de aquéllos que con profuso sentir se amaban, y tú de vez en cuando, de tarde en tarde, me odiabas.
Por eso presiento que somos en verdad, la sangre que corre en nuestras venas y a la que nos entregamos. Somos un lazo que se destruye con la muerte, la herencia de nuestros padres. Somos la primavera que hará crecer nuevas flores a nuestra triste pradera, porque es así como se espera. Soy la gipsófila que despierta tu infancia de la fría sepultura, y tú eres la flor de naranjo con la que mis lágrimas hacen amargo té.
Somos tal vez, una historia que no va a ser a los ojos intrusos, una historia que no conocerá la caricia cálida del sol, no importa qué puedan significar nuestros nombres, nadie sabrá la realidad que llevamos escribiendo con noches y días en el corazón, y en lo más fértil de nuestra ávida memoria vivirá sin ser contada, sin ser sospechada.
Porque hoy me tomas como muñeca de trapo entre tus recias manos, y me vuelves a pedir con desesperación que te resuelva una pregunta que letras antes intenté descifrar su peligrosa respuesta. Me lo pides tanto e incluso me parece adivinar en lo turbio de tu mirada el presagio de un futuro llanto, y no sé como alejar esas nubes de confusión que nublan tu ingenio azul. Era, quizá, que un fuego inexplicable había prendido en lo más seco de tu ser y arribaba el humo de la confusión a lo alto de tu enorme apreciación.
Por eso creo que somos pues, el pecado cuando nos miramos y no podemos controlarnos. Somos el pecado cuando decimos odiarnos, porque mentimos osando ocultar que para desgracia y degradación de la carne, nos deseamos… Eres la prohibición que no respeto cuando te pienso que te beso y te amo, porque soy pecadora cuando te toco convirtiéndote en culpa que recae sobre mí, y no lo lamento.
Palabra por palabra, suspiro por suspiro, todo eso somos, Neji, todo eso que quisiera creer yo, es amor.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario